Antibióticos y superbichos
La mayoría de los expertos científicos coinciden en que el descubrimiento de la penicilina a mediados del siglo XX revolucionó el tratamiento de las enfermedades infecciosas en todo el mundo. Desde entonces, los antibióticos se han utilizado para tratar una amplia gama de afecciones que afectan a muchas partes diferentes del cuerpo, desde los órganos internos hasta la capa externa de la piel. Su uso se ha extendido tanto que mucha gente está confundida sobre lo que los antibióticos pueden -y no pueden- tratar.
Los antibióticos combaten las infecciones causadas por bacterias, que son organismos microscópicos que viven dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Muchos de estos gérmenes no son perjudiciales y algunos, como los que viven en tu intestino, te ayudan a mantenerte sano. Pero algunos gérmenes pueden causar efectos nocivos, como infecciones urinarias, faringitis estreptocócica, neumonía y enfermedades de transmisión sexual. Otras infecciones más graves pueden provocar hospitalización e incluso la muerte. Pero no todas las afecciones responden a los antibióticos. Los ejemplos más comunes son las infecciones víricas, como los resfriados o la gripe.
Por desgracia, el uso excesivo de antibióticos en los últimos años ha provocado la aparición de “superbacterias”: bacterias que se han hecho resistentes a muchos tipos de antibióticos. Cuanto más se utilicen los antibióticos para tratar afecciones triviales, más probabilidades hay de que se vuelvan ineficaces para tratar afecciones más graves. Es poco probable que los antibióticos aceleren el proceso de curación y pueden causar efectos secundarios. Además, la cuestión de si los antibióticos son eficaces para prevenir las infecciones es controvertida y ha llevado a su uso excesivo. Por estas razones, los expertos sanitarios recomiendan que los médicos sólo los prescriban para las enfermedades más graves.
Si te han recetado un antibiótico, asegúrate de seguir cuidadosamente las instrucciones. Asegúrate de tomarlos a la hora del día especificada y de terminar todo el tratamiento. No guardes ninguno de tus antibióticos para más adelante, y nunca tomes medicamentos que un proveedor haya recetado a otra persona.
Aunque los antibióticos son un tratamiento potente para muchas enfermedades, confía en que tu médico te los prescriba sólo cuando sean realmente necesarios. Como siempre, si tienes alguna pregunta, ponte en contacto directamente con tu proveedor.
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